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¿A qué nos referimos cuando hablamos de apego? ¿En qué se traduce en nuestra vida adulta?

Son muchas las preguntas que me surgen alrededor de este tema del que continuamente hablamos hoy día. “Crianza con apego” “este niño está muy apegado”, pero, ¿de qué estamos hablando ? Y… ¿es realmente tan importante o estamos exagerando? Si te parece aquí va una reflexión y saca tus propias conclusiones, que por cierto, me encantará escuchar aquí abajo en comentarios.

El “apego” fue acuñado por John Bolwby para referirse a una relación afectiva que establecemos desde bebés (incluso desde el vientre materno) y que nos impulsa a estar juntos en el espacio y en el tiempo. Es decir, que las primeras experiencias que el bebé tiene cuando hay otra persona presente, generan una «representación mental» (una idea) de cómo han de ser las relaciones de íntimas, de «correctas», de cómo han de tratarnos… en función de la calidad de esas interacciones. Podrás ver cómo hay familias que se «tiran de los pelos» y otras en las que no se abordan determinados temas, cada una con un estilo propio.

Y cuando afirmo que el vínculo comienza antes incluso del nacimiento, es porque el líquido amniótico es un excelente conductor del sonido, por lo que el feto escucha el corazón de la madre y su voz.

Foto papá bebé

Por tanto el apego sería es un lazo que une a madre y bebé y que mantiene un equilibrio entre cercanía y distancia óptima para que no surja una angustia excesiva o intolerable. Lo que llamó Winnicott «madre suficientemente buena», es aquella que es capaz de estar y ausentarse (no sólo físicamente, sino con la cabeza en otro sitio), de gratificar y frustrar de una forma tolerable. Así que cada vez que en nuestros cursos o en la psicoterapia hablamos de este tema nos encontramos a muchas personas angustiadas por hacerlo bien. Olvidémonos de la idea de esa madre todopoderosa, perfecta, que todo lo da… ya que las madres de la vida real son aquellas que establecen ese vínculo de seguridad que vamos a ir relatando, pero que también inevitablemente frustran a los hijos de forma no intencionada pero tolerable para ellos. Son aquellas que cuando están, están… Que son capaces de permanecer al lado de los hijos, incluso en lo que les gusta menos, en lo que les frustra, cuando no son los «hijos perfectos» que habían imaginado.

Klaus y Kennell fueron dos pediatras que dieron nombre a algo muy importante, el llamado periodo más sensible para adquirir ese vínculo de apego madre-bebé, en las primeras horas tras el nacimiento.  ¿Y cómo se adquiere? A través de los sentidos. El olor es fundamental en las primeras horas. Por ello, se recomienda no usar colonias ni jabones fuertes, sino que la piel conserve su propio olor. Y la mirada y contacto, ya que el bebé puede poner de relieve bajo la mirada entre 17-30 cm a su alrededor (distancia entre él y la cara de su mamá). Además se sienten atraídos de forma natural por las formas redondas y oscuras: como los ojos de papá y mamá y el color del pezón oscuro.

Esta manera de relación que se va conformando en la díada madre-bebé es la que va generando un hábito de relación con las otras personas, intuitivo y automático. Van creando expectativas de las relaciones con los demás que quedan inscritas en la memoria. Por tanto, la respuesta que se ofrece a reacciones del bebé va a ser fundamental. En la medida en que un bebé llora y la madre es capaz de recoger ese dolor, pero permanecer tranquila (o angustiarse, o ignorarlo, o sonreir) va dando una experiencia de relación y hará que se sienta PROTEGIDO/A y que pueda aprender conductas de autocuidado de si mismo. O bien, en la medida en que se intenta controlar la conducta de niño (ignorándolo, mediante conductas punitivas…).

Foto niña

Por tanto, una relación de apego seguro, donde me sienta realmente protegido y que favorezca mi socialización posterior, va más allá de permanecer cerca únicamente. Para ello me gustaría que pudiérais leer un poquito de los relatos que Mary Ainsworth, que realizó estudios de la relación niño-bebé en Uganda. Ella determinó que uno de los factores que determinaban que casi cualquiera de nosotros tuviera dificultades para establecer un vínculo y respuesta ante las demandas del hijo sería una enfermedad familiar grave, relaciones infelices de pareja, presiones laborales abrumadoras o la presencia de una o más co-esposas en la casa (pensad que la información recogida es de Uganda 🙂 Por tanto, sus observaciones sobre apego inseguro eran descritas así.

Muhamidi…tenía a su madre casi exclusivamente para sí mismo y se hizo muy apegado a ella, pero su apego era…inseguro.  La madre de Muhamidi le llevaba a los  lugares que ella iba, incluso trabajaba en el jardín con él colgado a su espalda.  Nunca le dejaba con nadie, salvo para una ausencia momentánea.  Pero era una mujer infeliz, con graves preocupaciones…Había perdido recientemente un hijo de cuatro años, y su hijo de cinco estaba seriamente enfermo…  Más tarde surgió que las relaciones con su marido eran también muy infelices; él esperaba que ella no sólo se encargara de cultivar la comida, sino que le ayudara a recolectar su cosecha de café para la venta, y ella no tenía ayuda con sus dos niños completamente indefensos….  La madre de ella ahora vivía en otro sitio, y aunque estaba segura del afecto de su padre, éste estaba ocupado, las mujeres de él estaban celosas de ella, y sentía que no había un sitio real para ella en la casa de su padre.  Había algunas otras personas que podían ayudarla, pero nadie realmente lo hacía (Ainsworth, 1963, págs. 88 – 89).

Por tanto, como veis, una situación complicada para unos padres en un momento determinado puede hacer que no respondan en sintonía, pero que después esa situación cambie y, por tanto, la relación también. O bien, que pueda establecer relaciones de seguridad con otras personas de mi entorno.

¿Y las repercusiones de todo esto? Pues fijaos, a partir de noveno mes o el año, el bebé tiene un deseo irrefrenable de explorar el mundo, que dependerá de su confianza adquirida (muy relacionada con el apego). Su forma de explorar o no explorar su mundo  le hará sentir COMPETENTE, sentimiento que le acompañará de por vida. Me dará una visión del mundo como peligroso, interesante, imposible de confiar o desastroso. Por tanto, como no hay aprendizaje desligado del afecto, eso hará que su forma de enfrentarse a nuevas situaciones sea de una forma u otra (amigos nuevos, colegio, tareas escolares…).

Uf! Pensaréis, pero entonces la repercusión es importantísima. Pues si, lo es. Pero afortunadamente no es inmutable. Nosotras hablamos con los papás de todos estos temas en un curso dirigido al primer año de vida y cómo estimular desde el afecto y el respeto. Pero además, he de deciros que los vínculos pueden ser «restaurados» y reconstruidos. O bien, generar otros más sanos que nos hagan crecer. Y también está la psicoterapia, que afortunadamente ofrece la posibilidad de pararse con calma y hacerse preguntas para ir construyendo una nueva mirada sobre uno mismo, una nueva forma de hacer y una posibilidad real de cambio.

Pero lo fundamental, la prevención.

Foto niña2

Seamos conscientes de la importancia de criar desde el amor, el respeto, la responsabilidad y el disfrute. Y, como veis, cuidemos los primeros contactos y el nacimiento de nuestros hijos, es fundamental para sus vidas.

Raquel Huéscar

 

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¿A qué nos referimos cuando hablamos de apego? ¿En qué se traduce en nuestra vida adulta?

Después de un tiempo resistiéndome a esta opción, la verdad es que empecé a probarla con personas que estaban en la consulta presencial y que se trasladaban de país. He de decirte que es una opción estupenda y que he podido comprobar que igual de eficaz que la psicoterapia presencial.

Si estás fuera de España tendremos que tener en cuenta la diferencia horaria.

Podremos conocernos y hablar con tranquilidad. Dependiendo del día tengo horarios de mañana, mediodía o tarde de lunes a viernes. La duración de la sesión es de una hora y la frecuencia puede ser semanal o quincenal al inicio, dependiendo de tus necesidades.

¿Dónde?

Calle Los Madrazo, 28, Madrid
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